Lo imposible es aquello que se esconde entre la niebla poderosa del Londres decadente y triste entre la humedad de las pestañas que parpadean de nuevo para volver a contemplar el amanecer desde otra perspectiva; es aquello que regresa de la muerte para resucitar la esperanza dormida y conseguir dibujar una sonrisa en el desconocido que espera sentado en el andén de madrugada.
Lo imposible es aquello que te dijeron que jamás podrías lograr, mientras que en tu interior la sensación de cambiar y evolucionar estaba en estado latente. A veces, el miedo. A veces, los prejuicios que sólo nos perjudican y encierran en la burbuja más aislada. A veces, el tiempo de locura se acelera y nos devuelve al instante en que debimos tomar la decisión.
Ver para contar, contar para reflexionar en el exilio de los malditos, reflexionar para volver a empezar y finalmente, recoger los frutos de los árboles que pese a su dulzura, a veces saben amargos. La amargura es el estado de descomposición de las hojas de los árboles en el otoño de pólvora, el azar de las monedas lanzadas al aire con su cara y su cruz, la certeza de que algo no te gusta y la indiferencia de las gotas de lluvia que se estrellan contra el cristal.
Y desarman los días que se repiten porque la comparativa del ayer y el hoy es tan odiosa como verdadera. La actitud del vacío sumerge al espíritu en el afán engañoso de dejarse llevar y vivir con la corriente. A contracorriente viven los valientes, los temerarios, los locos que se alimentan de las despedidas antes de emprender un nuevo comienzo. Sin embargo, dejan de vivir cuando caen de nuevo en la telaraña, entre aburridos y aliviados, pues lo imposible es real y las victorias escasas.
Lo imposible es pasar página sin que te importe, es cortar de raíz el árbol, es buscar las respuestas a los mismos problemas que siempre han asaltado tu camino. Como Murphy, la tostada ha vuelto a caer por el lado de la mermelada manchándote los pantalones, el punto más importante del mapa se precipita en el doblez y llevar un paraguas cuando hay previsión de lluvia, parece disminuir la probabilidad de que llueva. La cuestión entonces no es lamentarse ante la estadística que demuestra que si hay algo que debe salir mal, así será; el nuevo giro al sol establece que la suerte endulza los labios y te hace avanzar, pero eres tú y sólo tú quien puedes escribir tu propia historia.
Disponerse a despegar es replantearse la existencia misma y pretender rozar el cielo de nuevo; sólo así, lo imposible parece encontrarse más cerca. Las personas que forman parte de los minutos efímeros, son apenas un trozo de papel mojado que deshace la lluvia. Las personas que te incomodan con verdades y te reconocen después del correr de los daños, son las que guardan un hueco para sí en el papel.
Lo imposible tan solo es lo posible que regresa más tarde, con el tren de las seis.